“cuando se analizan
los discursos ya efectuados, se los considera como adolecientes de una inercia
esencial: el azar los ha conservado, o el cuidado de los hombres y las
ilusiones que han podido hacerse en cuanto al valor y la inmortal dignidad de
sus palabras; pero no son en adelante otra cosa que grafismos amontonados bajo
el polvo de las bibliotecas, y que duermen un sueño hacia el cual no han cesado
de deslizarse desde que fueron pronunciados, desde que fueron olvidados y su
efecto visible se perdió en el tiempo. Todo lo más, son susceptibles de volver
a ser afortunadamente considerados en los hallazgos de la lectura”.
Michel
Foucault: La arqueología del saber,
Siglo XXI, 1979, p. 208.
Desconocemos
cómo y dónde estaríamos sin “los hallazgos de la lectura” (y sin quienes nos
han incitado a ella), solo sabemos que no estaríamos desarrollando el proyecto "La
Arqueología del Ser".
Un hallazgo común en la lectura es el de un "haz de relaciones"
(recurriendo de nuevo a las palabras de Foucault), algunas explicitas,
evidentes, y otras ocultas, de difícil acceso. Las hay que permanecen latentes
hasta que son activadas por el lector, enriqueciendo el discurso del autor al
trazar conexiones no siempre previstas por este. En este caso hablamos del
alcaraván de José Antonio Arribas y Javier Serna Avendaño y de los alcaravanes
de Jacinto Herrero Esteban, aves contenidas en sendos volúmenes poéticos de nuestra
biblioteca. El primero es "Alcaraván y asfalto", libro publicado en Madrid en
1978 en el que los versos de Arribas se conjugan con las imágenes de Serna.
Como decimos, este ave anida cerca de Poemas de "Ávila y Solejar de las aves",
de Jacinto Herrero, obra publicada en Ávila en 1982 y en la que figura el poema "Alcaravanes" (p. 123), del que rescatamos un pequeño extracto:
…
Porque lo bello es inasible
Y el misterio reside oscuro
En las raíces de la infancia,
…
A esto hay
que añadir la antología "Grito de alcaraván" publicada en Madrid en 2006. Pero la
referencia a Jacinto Herrero (Langa, 1931) nos lleva a otra; en la misma
localidad abulense, pero un año antes, también nacería el premio Cervantes José
Jiménez Lozano, en cuyo poema "«Officium tenebrarum» Última Endecha" (incluido
en su antología "El precio", ed.
Renacimiento, 2014, p. 73) podemos leer:
Mira los cardos secos, los matojos,
las zarzas devastadas, las cabañas
dormidas, las cenizas
de hoguera tan antigua,
el orín de la reja del arado y el
estiércol
recién amontonado, un grito
de alcaraván herido: tal mi ánima.
…